LA PRÁCTICA DEL VERDADERO AMOR
Porque hay plena consciencia, concentración y visión profunda esta es una verdadera sangha. Porque hay armonía, hay fraternidad, hay alegría, hay paz. Sé que la sangha debería ser una verdadera sangha. Y una verdadera sangha es una sangha que tiene la cualidad de plena consciencia, de concentración, visión profunda, paz, armonía, fraternidad. Si mi sangha es una verdadera sangha, Buda está ahí. Así que cuando espiro, saludo al Buda en la sangha: "Querido Buda, sé que estás ahí, porque la sangha verdadera está ahí". Buda no es algo abstracto. Se personifica en la práctica de la sangha. Si la sangha es una verdadera sangha, Buda siempre está ahí, y también el Dharma. Así que el Buda, el Dharma y la Sangha no son algo lejano. Están aquí y ahora, en cada uno de nosotros, y en nuestra sangha. Inspirando, soy consciente de que la auténtica sangha está aquí. Espirando, sonrío al Buda en la sangha.
Buenos días, querida sangha. Hoy es de 10 junio del año 2009. Estamos en New Hamlet, en Plum Village, durante nuestro retiro de 21 días.
La enseñanza sobre el amor en la tradición budista es muy clara: todos necesitamos amor. El amor nos hace felices. Si un amor no nos hace felices, no es amor. Es otra cosa. Pero la palabra amor tiene muchos significados. Hemos abusado de la palabra amor. Cuando decimos: “Amo las hamburguesas”, la palabra amor no significa nada. Significa que me gusta comerlas. Hemos de curar esa palabra. Porque las palabras pueden enfermar. Pueden perder su sentido. Por eso, a veces debemos depurar, curar las palabras, para desintoxicarlas y hacerlas sanas de nuevo.
El amor es algo maravilloso. En la enseñanza budista amar es ser capaz de aportar felicidad, de ofrecer felicidad, de aliviar el sufrimiento, ofrecer alegría y trascender todo tipo de separaciones, barreras. Maitri, metta, es el primer elemento del amor. Maitri está relacionado con mitra. Mitra significa ‘amigo’. Así que amor es amistad. Pero esa amistad debería traer felicidad. Si no, ¿cuál es la utilidad de la amistad? Ser un amigo significa ofrecer alegría. Así que, si el amor no trae felicidad, no ofrece alegría, un amor que hace llorar a la otra persona todo el tiempo, eso no es amor, eso no es maitri. Eso es lo contrario.
Maitri ha sido traducido al inglés como "loving kindness", bondad amorosa. La bondad amorosa debería ser capaz de ofrecer felicidad. El amor verdadero debe tener ese elemento. Y no amas tan solo a otra persona. Has de amarte a ti mismo. Porque el amor a uno mismo es la base del amor a otra persona. Si no sabes cómo amarte a ti mismo, ofrecerte felicidad a ti mismo, ¿cómo podrás amar a otra persona y ofrecerle felicidad? Si no sabes nada sobre la felicidad, ¿cómo puedes dar felicidad? Vive de tal manera que te des alegría, felicidad, a ti mismo; entonces podrás ofrecer alegría y felicidad a otra persona.
Hemos aprendido que la felicidad está relacionada con el sufrimiento. Si no entiendes el sufrimiento, no sabrás lo que es la felicidad. Comprender el sufrimiento es la mismísima base para tener felicidad. Ya hablamos mucho de eso la semana pasada. Aprendimos que un buen practicante sabe cómo tratar su sufrimiento interior. Un buen practicante sabe cómo reconocer una sensación dolorosa, cómo abrazarla tiernamente, cómo aportar alivio. Eso ya es amor. Si no sabes cómo tratar una emoción dolorosa, una sensación dolorosa en ti, ¿cómo puedes ayudar a otro a hacerlo? Así que el amor a uno es crucial para el amor a otro. Un buen practicante aprende siempre cómo reconocer el dolor, las sensaciones y emociones dolorosas en sí mismo. Cómo no luchar con ellas sino aceptarlas, abrazarlas y transformarlas para lograr alivio. Eso ya es amor.
Ese es el segundo elemento del amor, karuna. Karuna se ha traducido como ‘compasión’. Karuna es la capacidad de aliviar el sufrimiento, de eliminar el sufrimiento, de transformar el sufrimiento. Tú amas a alguien y le ves sufrir tanto, que estás dispuesto a hacer algo para que esa persona deje de sufrir. Pero si no sabes cómo tratar el sufrimiento en ti, ¿cómo puedes ayudar a alguien a tratar el sufrimiento en su interior? Por eso, un buen practicante siempre está aprendiendo cómo tratar primero el sufrimiento interior. La enseñanza de Buda es muy clara. Cada vez que surge una sensación o emoción dolorosa como la desesperación, la ira, deberías ser capaz de estar ahí para ella. No luchar, sino reconocerla como existente. Aprender cómo abrazarla y aceptarla. Utilizas la plena consciencia y la visión profunda para comprender su naturaleza. Entonces puedes tener un alivio y al fin podrás liberarte de tu dolor, tu pena. Esto es lo que hemos de aprender como practicantes.
Buda es muy claro sobre esto. Su enseñanza es muy clara, muy concreta. No dice tan solo: “Tienes que amar”. También nos dice cómo amar. No dice tan solo: “Transforma tu sufrimiento”. Él nos dice exactamente cómo, los pasos para transformar nuestro sufrimiento. Si tienes que dar una charla del Dharma, tienes que dar un tipo de charla que pueda ayudar a la gente a ver los pasos concretos para aportar amor y eliminar el sufrimiento. Un buen practicante practica karuna hacia sí mismo. Ha de ser compasivo consigo mismo. Ha de reconocer el sufrimiento, el dolor y las dificultades dentro de sí mismo, y dedicar tiempo a tratarlo y a transformarlo. Porque sabe cómo hacerlo consigo mismo sabrá cómo hacerlo para ayudar a otra persona. Así que el amor a uno mismo es muy importante para amar a otra persona. Si no sabes cómo cuidarte a ti mismo, si no sabes cómo amarte a ti mismo ¿Cómo puedes ocuparte de otra persona o amar a otra persona? Un buen practicante que practica maitri sabe cómo ofrecerse a sí mismo, a sí misma, alegría, felicidad, sensaciones agradables, sentimientos alegres.
En una de las charlas del Dharma de la semana pasada aprendimos que Buda en el Sutra de la respiración consciente nos enseña cómo hacer surgir una sensación de alegría, una sensación de felicidad. Utilizando la plena consciencia, la concentración, siempre podrás hacer surgir la sensación de alegría y felicidad. No necesitas usar dinero. No necesitas ir al centro comercial. Si conoces el arte de soltar, el arte de la plena consciencia, el arte de la concentración, el arte de la visión profunda, puedes crear una sensación de alegría y felicidad en cualquier momento.
Alegría, mudita, es el tercer elemento del amor verdadero. Si el amor no te trae alegría, ¿por qué amar? Si el amor solo te trae lágrimas, ¿por qué amar? Está claro que el amor verdadero debe tener alegría y tú debes darte alegría. Debe haber maneras de darte alegría a ti mismo. Si sabes cómo darte alegría a ti mismo sabrás cómo traerle alegría a él, a ella y al mundo. Es muy sencillo. Mudita se ha traducido como ‘alegría’ o ‘alegría compasiva’ o ‘alegría altruista’. No me gusta eso. Porque si no tienes alegría, ¿cómo puedes ofrecer alegría? La alegría es para ti, pero también es para mí. Un auténtico practicante sabe cómo darse alegría a él mismo, a ella misma. Así que no hablemos de alegría altruista, la alegría es alegría. Si eres realmente alegre y tu alegría es sana, los demás se beneficiarán de ella. Si no eres alegre, si no eres fresco, si no sonríes, eso no nos beneficia. Si estás lleno de alegría y frescura, aunque no hagas nada nosotros nos beneficiaremos de ti. Así que la alegría es alegría.
Buda nos aconseja generar la energía de la alegría, de la felicidad, de la compasión, para nosotros. El primer consejo que dio Buda es: “Déjalo atrás”. Hay cosas que podemos soltar, hay cosas que podemos dejar ir y eso ya puede dar alegría y felicidad. Esto es un arte. La alegría y felicidad que nacen de soltar, de dejar ir. Hay cosas dentro de nosotros, hay cosas fuera de nosotros que queremos asir, agarrar. Si tenemos suficiente visión profunda, podemos dejarlas ir y de pronto sentimos gran alegría. La primera práctica que siguen los verdaderos practicantes es aprender cómo soltar, cómo dejar ir. Uno de los ejemplos que nos gusta usar en Plum Village es alguien que deja una gran ciudad el fin de semana para ir al campo. La ciudad es ruidosa, está contaminada. La ciudad no huele muy bien, hay mucho humo, el aire no es bueno. Así que el viernes por la tarde, después del trabajo, quieres salir. Puede costarte minutos o una hora salir de la ciudad. Empiezas a pasar entre colinas onduladas. Empiezas a ver el cielo, los árboles. Empiezas a escuchar los pájaros y respiras el aire fresco. Te sientes tan feliz... Te sientes liberado. Si no dejas la ciudad atrás, ¿cómo puedes tener alegría? Así que dejar la ciudad es una condición para la felicidad. Si estás atrapado por algo, sobre todo cuando piensas que algo es fundamental para ti, sigues dejándote atrapar por ello y sigues sufriendo. Aún crees que lo necesitas. Pero en realidad eso puede ser un obstáculo para tu felicidad. Si tienes visión profunda tendrás el valor de dejarlo ir, y después te sentirás libre. Te sientes libre.
Otro ejemplo: tu idea de la felicidad. No es una cuestión material, es algo mental. Cada uno tiene una idea sobre la felicidad. Creemos que hemos de tener cierta cosa para ser realmente felices. Pensamos que hemos de conseguir eso para ser felices. Pensamos que hemos de deshacernos de aquello para ser felices. Tenemos muchas ideas. Quiero ese diploma, quiero ese puesto, quiero esto y aquello. Tienes una idea de cómo ser feliz. Y todo un país puede hacer lo mismo, todo el país puede pensar que esta línea política, esta ideología, es la única forma de ser feliz. Supón que eres comunista y piensas que el marxismo, el comunismo, es el único camino a la felicidad. No aceptas ninguna otra ideología. Tienes una idea fija, tienes la convicción de que el marxismo es el único camino. O, si eres budista y piensas que el budismo es el único camino y quedas atrapado en la idea del budismo. Pero afortunadamente Buda te dice que el budismo está hecho tan solo de elementos no budistas. Durante la semana pasada solo hablamos de una cosa: soltar todo tipo de ideas, de nociones, de puntos de vista, incluso el punto de vista sobre el budismo. Tienes una idea sobre la felicidad. Si no has sido capaz de ser feliz, puede que sea por esa idea. Suelta esa idea y la felicidad podrá llegar más fácilmente.
Supón que hay muchas puertas abiertas a la felicidad. Si abres todas las puertas, la felicidad tiene muchas vías de llegar hasta ti. Pero el hecho es que has cerrado todas las puertas salvo una. Y por eso la felicidad no puede venir, porque la felicidad no puede pasar por esa puerta. Así que no cierres ninguna puerta. Abre todas las puertas. No te comprometas con una única idea de felicidad. Elimina la idea de felicidad que tienes y la felicidad puede venir esta misma tarde. “Soltar” aquí es soltar una idea. Muchos de nosotros estamos atrapados por nuestra idea de cómo podemos ser realmente felices. Si eres un buen practicante, te sentarás y examinarás de nuevo tu idea de felicidad. Estamos apegados a muchas cosas que creemos vitales para nuestro bienestar. Aunque hemos sufrido mucho por ellas, no tenemos el valor de soltar. Pensamos que puede no ser seguro soltarlo. Lo cierto es que puede ser que continuemos sufriendo precisamente por eso. Eso puede ser una persona, puede ser algo material, puede ser una posición en la sociedad, puede ser cualquier cosa. Hemos creído que sin eso no podríamos estar a salvo. Por eso hemos quedado atrapados por ello. Necesitamos auténtica visión profunda. Esa visión profunda nos dará el valor. Y solo con ese valor podremos soltarlo. Finalmente nos sentiremos libres, y la felicidad será posible. Todo el mundo ha de decidir por sí mismo. Esa es la enseñanza de Buda. Muchos de nosotros quedamos atrapados por cosas que creemos que son vitales para nosotros. No somos libres a causa de ello. Por eso, la alegría y la felicidad pueden nacer de soltar, dejar ir.
Hay una historia que he encontrado en los sutras. Un día Buda estaba sentado con sus monjes. Acababan de terminar su comida juntos, en plena consciencia. De pronto, apareció un granjero. Sufría mucho. Dijo: "Queridos hermanos, ¿habéis visto pasar mis vacas por este camino? Tenía cinco vacas. No sé por qué, esta mañana todas han huido. Tengo dos acres de semillas de sésamo. Este año las plagas se comieron todo el sésamo. No ha quedado nada. Creo que voy a suicidarme, ya no me queda nada". Buda, lleno de compasión, lo miró y le dijo: "Querido amigo, estamos aquí desde hace más de una hora. No hemos visto pasar por aquí ninguna vaca. Por favor, búscalas en otra dirección". El granjero se fue. Buda se giró y miró a sus monjes, unas pocas docenas de monjes que estaban sentados con él. Sonrió y dijo: "Queridos amigos, sois muy afortunados, porque no tenéis ninguna vaca”. Estas vacas representan aquello en lo que estás atrapado. La práctica es aprender cómo soltar esas vacas. Siéntate, inspira y espira en plena consciencia y concentración, e identifica tus vacas.
Llama a tus vacas por sus verdaderos nombres. Y mira si tienes la capacidad de soltar alguna. Cuantas más sueltes, más feliz serás, si es que hay vacas. Soltar las vacas es un arte, es una práctica. Esa idea de felicidad que tienes es una vaca fuerte. Se necesita mucha visión profunda y valor para soltarla. Con la libertad, la felicidad puede venir fácilmente. Supón que deseas algo muchísimo y crees que si no lo consigues la felicidad no será posible. Quedas atrapado en esa idea. Lo cierto es que hay gente que no lo tiene y es perfectamente feliz. ¿Por qué tú no? Tiene que haber visión profunda. Es la visión profunda la que nos salvará. En la tradición budista hablamos de salvarse, de emanciparse a través de la visión profunda, no por la gracia. Dejar ir, soltar es una de las técnicas que pueden producir alegría y felicidad.
La plena consciencia es otro método que produce alegría y felicidad. Supón que eres un joven, una joven. Puedes practicar la escalada, puedes saltar, puedes correr. Puedes hacer muchas cosas. Estás lleno de energía. Ser joven es maravilloso. Algunos de nosotros ya no podemos hacer cosas así. Somos demasiado viejos para hacerlo. Inspiras y te sientes lleno de energía, joven. Inspirando, sé que aún soy joven. Eso trae alegría, plena consciencia. Inspirando soy consciente de mis ojos. Espirando sonrío a mis ojos. Para los no practicantes puede ser algo tonto. Pero esto trae visión profunda y felicidad. Cuando inspiro pongo mi atención en los ojos. Tengo la profunda visión de que mis ojos aún están bien. Mis ojos aún están en buen estado. Es maravilloso tener ojos en buen estado aún. Solo necesitas abrir tus ojos para entrar en un paraíso de formas y colores. La primavera está ahí. Hay un paraíso ahí. Como tienes unos ojos en buen estado puedes entrar en el paraíso, no tienes que hacer esfuerzo alguno, tan solo abrir tus ojos. Para aquellos de nosotros que hemos perdido la vista, el paraíso ya no está disponible. Nuestro más profundo deseo es recuperar la vista para ver de nuevo el Paraíso. Pero nosotros aún tenemos unos ojos en buen estado. Inspirando, soy consciente de mis ojos. Están en buen estado. Así llega la visión profunda de que hay una condición para la felicidad que está ahí. Todo lo que has de hacer es abrir tus ojos para poner a tu disposición un paraíso de forma y color. Esa es la plena consciencia. La plena consciencia trae alegría. La plena consciencia trae felicidad. La plena consciencia te dice que aún eres joven. La plena consciencia te dice que tus ojos están en buen estado. Inspirando, soy consciente de mi corazón. Reconoces tu corazón. Sabes que tu corazón aún funciona con normalidad. Es muy importante, es maravilloso tener un corazón que aún funciona con normalidad. Algunos de entre nosotros no tienen un corazón así. Tienen miedo. Pueden sufrir un ataque cardíaco en cualquier momento. Viven en el miedo. Nosotros no tenemos algo así. Cada vez que somos conscientes de nuestro corazón, un corazón que funciona con normalidad, nos sentimos felices. Y la felicidad llega en un segundo con la plena consciencia. La plena consciencia nos ayuda a reconocer muchas condiciones para la felicidad que están dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Por eso, hemos de aprender que la plena consciencia es una fuente de felicidad. No necesitas dinero. No necesitas ir al centro comercial. Solo necesitas plena consciencia. Tienes la capacidad de dejar ir. Ahora tienes la capacidad de ser consciente. Al ser consciente entrarás en contacto con las muchas condiciones de felicidad a tu disposición.
Algunos de entre nosotros tienen muchas condiciones para ser felices, pero no lo son. Otras personas nos envidian. Nos ven como personas felices, pero no somos felices. Contamos con muchas condiciones para la felicidad, pero no las reconocemos, no las apreciamos. Por eso, siéntate, toma una hoja de papel y escribe las condiciones de felicidad que posees. Necesitas una página. Después de haber llenado la página necesitarás otra página. Después de dos páginas piensas que aún tienes otras condiciones de felicidad. Y continúas. Puedes necesitar muchas páginas para escribirlo. Ves las condiciones de felicidad que ya tienes. Si lo necesitas, puedes preguntar a un amigo: "Querido amigo, ¿qué condiciones de felicidad tengo ahora? Por favor, dímelo, se me olvida”. Es como un juego, pero es meditación. Regresas a tu condición y reconoces cada condición de felicidad que tienes. Mis ojos en buen estado, mi corazón aún funciona, y miles, decenas de miles más de condiciones como esas. Y sin embargo no somos felices si no las reconocemos.
Plena consciencia es llevar tu mente de regreso a tu cuerpo, estar plenamente presente, en el aquí y el ahora, y reconocerlo. Es maravilloso. Es una de las maravillas de la vida. Estoy aquí. Este es el Reino de Dios. Esta es la Tierra Pura de Buda. Puedo pasar cada segundo, cada minuto, disfrutando. Quizás no puedas con tanta felicidad. Es como una panadería. Entras en una panadería, puedes comer todo lo que quieras. Pero estás turbado. No sabes por dónde empezar. Por favor, recuerda: la plena consciencia es fuente de felicidad. Si eres consciente, reconocerás las muchas condiciones para la felicidad que ya tienes. No has de correr y obtener más condiciones. ¡Deja de correr! Tienes bastantes condiciones de felicidad. En Francia hay una canción sobre eso: Por qué tienes que esperar, por qué no ser feliz ahora mismo. A qué estás esperando, puedes ser feliz ahora mismo: “Qu'est-ce qu'on attend pour être heureux”. Podéis cantarlo, seguid: “Qu'est-ce qu'on attend pour être heureux Qu'est-ce qu'on attend pour faire la fête”. Debemos cantarlo más a menudo. No tienes que esperar, puedes celebrar ya, celebrar nuestra vida y la felicidad. Cada paso, cada inspiración puede ser una celebración de la felicidad. La plena consciencia está aquí. Por eso, en nuestro centro de práctica, lo que hacemos cada día es cultivar la plena consciencia.
Tenemos otras fuentes de felicidad, como la concentración. Si somos conscientes de algo y empezamos a concentrarnos en ello, la concentración incrementa la calidad de la felicidad. La plena consciencia está aquí. Por eso, en nuestro centro de práctica, lo que hacemos cada día es aprender a concentrarnos. La concentración incrementa la calidad de la felicidad. Supón que tienes una buena taza de té, o supón que contemplas un bello amanecer. Y supón que eres consciente y estás concentrado. Cuando eres consciente, cuando estás concentrado, estás realmente aquí. Te concentras en tu té y tu té se convierte en algo muy real, y el tiempo que pasas tomando el té, te hace muy feliz, porque no estás agitado, tu mente no está en el pasado o en el futuro, tu mente no está en tus proyectos. Tu mente está enfocada totalmente en el té. Eso es concentración. El té es el objeto de tu concentración. Por eso beber té en ese momento puede hacerte muy feliz. Cuanto más concentrado estés, más feliz serás. Por eso la concentración es también una fuente de felicidad. Cuando contemplas un bello amanecer no estás distraído por pensamientos sobre el pasado, el futuro. Estás totalmente presente. Estás concentrado. Cuanto más te concentres en la belleza, más real será para ti la belleza del amanecer. La concentración es una fuente de felicidad.
Solemos pensar en el dinero como fuente de felicidad. Solemos pensar en el poder como fuente de felicidad. Pero olvidas que hay auténticas fuentes de felicidad dentro de nosotros que no sabemos cómo utilizar. También la visión profunda. Comprensión, visión profunda. Cuando alcanzas una profunda visión puedes ser muy feliz. Porque la visión profunda siempre te libera. Si estás lleno de miedo, no puedes ser feliz, no puedes ser alegre. Si estás lleno de preocupaciones o deseo, ansia, no estás en paz. No puedes ser feliz. Cuando alcanzas una visión profunda el miedo desaparece, el ansia desaparece, eres libre. Y conoces la verdadera felicidad, verdadera alegría.
Por eso, la práctica de la meditación (soltar, plena consciencia, concentración y visión profunda) es la práctica que puede traer alegría y felicidad. Esa es la práctica del amor. La práctica de soltar es la práctica del amor. La práctica de la plena consciencia es la práctica del amor, del amor verdadero.
La palabra compasión no traduce karuna muy bien. Si la analizamos vemos que el prefijo “com-“ significa “junto”, y -pasión aquí significa “sufrir”. Ser compasivo es sufrir junto con la otra persona. Pero karuna no significa que tengas que sufrir. Karuna es la capacidad de aliviar el sufrimiento. Quizá lo opuesto. Aliviar tu sufrimiento, aliviar el sufrimiento en la otra persona. Tienes que adquirir esa capacidad, ese poder de aliviar el sufrimiento: la compasión. Si no conoces la práctica de la respiración consciente, si no conoces la práctica de abrazar tiernamente tu dolor, tu pena, si no sabes cómo mirar profundamente en la naturaleza del sufrimiento, no puedes transformar, no puedes aportar alivio. Y si lo haces no tienes que sufrir. No tienes que sufrir con él, con ella. De hecho, ella o tú, ambos practicáis para eliminar y transformar el sufrimiento.
Supón que eres médico. El médico debería ser compasivo, con un poco de suerte. Si un paciente se queja del dolor, del miedo, por muy buen doctor que seas, ¿tienes que sufrir con esa persona para ser amable con ella? No debes sufrir con él, con ella. Tú conoces la manera de ayudarlo para que no sufra. Si practicas el amor, el amor verdadero, no tienes que sufrir con él, con ella. Sabes cómo ayudarlo a sufrir menos. Así que compasión no es realmente la palabra que puede traducir karuna. Karuna es la capacidad de eliminar el sufrimiento, de transformar el sufrimiento, aliviar el sufrimiento. Al hacerlo no tienes por qué sufrir. De hecho, sufres menos, y haces que él o ella sufra menos.
Hemos de distinguir entre la predisposición para amar y la capacidad de amar. Puedes estar movido por una predisposición a amar, pero cuanto más amas más haces sufrir a la otra persona. La predisposición para amar no es todavía amor. Muchos padres aman a sus hijos e hijas y les imponen a sus hijas e hijos muchas cosas. Hacen sufrir mucho a sus hijos en nombre del amor porque no son capaces de entender a sus hijos y a sus hijas. Incapaz de comprender el sufrimiento y las dificultades de tus hijos, cuanto más los ames más los destruirás. Por eso debes preguntarte a ti mismo si realmente los estás amando. Amar significa tener tiempo de mirar profundamente, de comprender el sufrimiento, la angustia, las dificultades. Cuando haya comprensión, el amor será amor verdadero. Lo que digas, lo que hagas por él, por ella, es amor verdadero. Así que, amor aquí no significa la intención, la predisposición de hacer felices, sino la capacidad. Y esa capacidad de amar tienes que aprenderla, tienes que cultivarla. Dirígete a ti mismo, reconoce el sufrimiento que hay en ti. Reconócelo, abrázalo, transfórmalo, y estarás amándote a ti mismo. Basándote en esa experiencia tendrás éxito en ayudar a otra persona a hacer lo mismo. Reconocer el sufrimiento, transformar el sufrimiento, y entonces, aportar una sensación de alegría y felicidad. Todo esto es muy concreto, no solo palabras.
El cuarto elemento del amor verdadero es upeksha. Este es el fundamento del amor verdadero. En el amor verdadero ya no hay ninguna discriminación. En el amor verdadero la felicidad ya no es una cuestión individual. Tú y el otro sois la misma persona. Su sufrimiento es tu propio sufrimiento. Su felicidad es tu propia felicidad. Tu alegría es su alegría. Ya no hay barrera alguna, fronteras entre el que ama y el que es amado. El amor verdadero tiene este elemento, la abolición del yo. Ya no hay ningún yo. Amante y amado son uno. Cuando te amas a ti mismo el amante eres tú, y tú mismo eres tú. Cuando tú le amas, tú eres él y él es tú. La felicidad ya no es una cuestión individual. La felicidad es para los dos, para todos. Y el sufrimiento también. El sufrimiento ya no es una cuestión individual. No hay distinción entre amante y el que es amado.
Se ha utilizado “ecuanimidad” para traducir upeksha, pero a mí me gustaría utilizar la palabra “inclusividad” o “inclusión”. En el amor verdadero no excluyes a nadie. Si tu amor es amor verdadero beneficiará a todo el mundo, no solo a los seres humanos, sino también a animales, minerales y vegetales, si es amor verdadero de verdad. Amar a una persona es tener la oportunidad de amar a todo el mundo y a todas las especies vivientes. Estás en la buena dirección, eso es amor verdadero. Pero si amas a alguien y quedas atrapado, quedas incomunicado, eso no es amor verdadero.
Hay una canción que dice: “Te amo, te necesito”. Parece que amar en ese contexto es solo satisfacer tu necesidad. La otra persona está para satisfacer tu necesidad. Necesitas a la otra persona. Sin esa otra persona no puedes sobrevivir. Dices, crees que este es el lenguaje del amor: “Cariño, no puedo sobrevivir sin ti, te necesito”. Eso tiene que ver con nuestra necesidad original, el deseo original. Nuestro deseo original es sobrevivir. Como un tierno bebé recién nacido estás indefenso. Tienes brazos y piernas, pero no puedes moverte, no puedes ir a ninguna parte. No puedes hacer nada por ti mismo. Sobre todo, si has vivido momentos de peligro. El momento de tu nacimiento, el corte del cordón umbilical. Pasas de un lugar muy confortable a un lugar difícil. Tienes que expulsar el líquido de tus pulmones para poder inspirar por vez primera. Eso es muy peligroso. No sabes de qué están hablando, no conoces aún el lenguaje humano. Solo tienes unos días de vida. Pero cada vez que oyes pasos que se acercan, te pones contento, porque alguien te trae leche, alguien va a alimentarte, te traerá calor y otras cosas. Necesitas a alguien. No puedes sobrevivir sin alguien. Esta es la necesidad original, la necesidad original, el amor original. Tienes brazos y piernas, pero no puedes ir a ningún sitio. No puedes hacer nada por ti mismo. Estás totalmente indefenso. Necesitas a otra persona, puede que a mamá o papá. Pero empiezas a distinguir. Puedes identificar a mamá por el olor. Puedes reconocer el sonido de sus pasos. Tú estás ahí tumbado, esperando oír el sonido de los pasos. Esa es tu esperanza. Y cuando estás cerca de tu mamá su olor es tan familiar... Te enamoras de ese olor. Te enamoras de ese sonido, y te enamoras de esa silueta, de ese rostro. Ese es el primer amor, el amor original. Y ese amor nace de tu necesidad. Así que cuando digo: “Te amo”, “te necesito”, es muy natural. Ahora buscas un hombre joven para casarte. Ahora buscas una joven mujer para casarte. Esa es la continuación de ese amor original.
Esa creencia aún está viva, que sin otra persona no puedo sobrevivir. Este es el sentimiento infantil. Una sensación real. Y esa sensación está viva hasta hoy. Buscas una pareja, pero el niño en ti busca a mamá. El niño en ti busca a papá. Cuando están juntos como una pareja, una joven pareja, se sienten muy relajados. Sienten: "Estoy bien ahora, porque ahora tengo alguien a quien amar, que me apoye". Pero el niño en ti dice: “Bien, puedo relajarme, mamá está aquí, papá está aquí”. Esa sensación de relajación, de alegría, no se da precisamente por la presencia de la otra persona, sino por el hecho de que puedes relajarte. Eso te da paz. Más tarde, cuando la relación con la otra persona se hace difícil, ya no podemos relajarnos. Y esa felicidad ya no existe. Lo esencial es que puedes relajarte, puedes estar en paz, no la presencia de otra persona.
Es interesante observar que, en Asia, cuando la gente quiere besarse utilizan más la nariz que la boca, ¿verdad? Usando la nariz podemos reconocer a la otra persona. Es tan agradable. Cuando eres niño el olor de mamá es maravilloso. El más maravilloso olor del mundo. Porque la necesito. Así, en Asia, cuando la gente se besa utilizan sobre todo la nariz para disfrutar del olor de la otra persona. Eso es la continuación del deseo original, el deseo de tener a esa persona cerca de nosotros, el deseo de oír los pasos que se acercan, y se acercan. Durante todo el día y la noche, cuando somos niños, solo esperamos escuchar el sonido de los pasos y poder oler ese olor. Creo que besar con la boca es una continuación de mamar el pecho, es solo una continuación.
Hay una conexión entre miedo y deseo. De hecho, miedo y deseo son una misma cosa. El miedo original y el deseo original dejan tal marca en nuestra vida... Sabemos que el miedo original es que no haya nadie que nos cuide. Estoy indefenso. No tengo manera de cuidarme a mí mismo. Soy vulnerable. Necesito a alguien, si no, moriré. Ese es el sentimiento del niño. Y eso sigue existiendo hasta ahora. Tenemos miedo, y seguimos con preocupaciones. Si hoy en día, de adulto, sigues teniendo miedo, te sientes inseguro, te preocupas, eso es continuación del miedo original. Junto a ese miedo hay un deseo. Deseo de tener a alguien que cuide de mí. Alguien que asegure mi bienestar. Que asegure mi supervivencia. Hoy, de adulto, cuando ames, mira profundamente en la naturaleza de ese amor. Aún tenemos ese deseo de tener a alguien para sentirnos seguros. Eso es solo el deseo.
Pero el amor verdadero no es así. El amor verdadero puede ser generado desde dentro. Con amor verdadero puedes sentirte completo en ti mismo, no necesitas nada exterior. El amor verdadero está hecho de los cuatro elementos sobre los que acabamos de hablar. El amor verdadero es como el sol, como una lámpara, brillando. La lámpara tiene queroseno. La lámpara tiene luz. La lámpara se basta por sí misma. Así que ofrece luz, y ofrece su luz para todo el mundo. No dice: “No, solo quiero dar luz a esta persona”. Cuando miras una bombilla eléctrica ves que la luz interior está completa. La luz eléctrica, la bombilla eléctrica brilla sobre nosotros con ecuanimidad, inclusividad. No excluye a nadie. Esta es la fuerza de los cuatro elementos, o condiciones, del amor verdadero. Ecuanimidad es que ya no hay discriminación alguna.
Este es el amor de Buda. El sexo no es amor. El sexo es el instinto de conservación. Todo ser vivo quiere continuar en el futuro. No solo los humanos, también los animales. Quieren continuar en el futuro. Y también el mundo vegetal, las plantas. Producen semillas para que les sucedan en el futuro. Tener el deseo de reproducirse es algo muy natural. El amor es otra cosa. El amor no es el sexo. El sexo es la manera de reproducirse, de continuar. Es algo natural en los seres humanos, en los animales. No deberíamos confundirlos. No hemos de oponernos al sexo, pero no deberíamos confundirlo con el amor. El amor verdadero no tiene nada que ver con el sexo. Puedes amar perfectamente sin sexo.
La enseñanza de Buda sobre el amor verdadero es muy clara. Podemos cultivar estos cuatro elementos del amor verdadero con la práctica de aportar alegría y paz, y aliviar el sufrimiento. La práctica de soltar, la práctica de ser consciente, la práctica de estar concentrado, la práctica de obtener visión profunda, pueden tratar el sufrimiento interno, pueden transformar el sufrimiento interno, pueden aportar alegría y paz. Eso es amor. No necesitas a otra persona para practicar el amor. Practicas el amor en ti mismo. Y cuando lo logras, amar a otra persona es algo muy natural, como una bombilla eléctrica. Brillarás, harás felices a muchas personas. Eres como un Buda, amas a todo el mundo. Amas a todos los seres, y tu presencia en el mundo es muy importante, porque tu presencia es la presencia del amor.