Los cuatro tipos de alimentos.

by Thich Nhat HanhMay 5, 2021

LOS CUATRO TIPOS DE ALIMENTOS

Thich Nhat Hanh

 Buenos días, querida sangha. Hoy es el 17 de junio de 2009, y estamos en New Hamlet en nuestro retiro de 21 días.

Cuando hablamos de plena conciencia, sabemos que plena conciencia es siempre plena conciencia de algo. No puede haber plena conciencia sin objeto. Por eso, hablamos de conciencia de la respiración, conciencia del cuerpo, conciencia de las sensaciones, etcétera. Lo mismo es cierto para la concentración. Estar concentrado significa estar concentrado en algo. La concentración es un poder. Es una poderosa energía que puede ayudarnos a avanzar para que logremos la comprensión que necesitamos para nuestra liberación. Porque la liberación trae la salvación.

En la tradición budista la liberación viene por la comprensión. No por la gracia. Salvación por la comprensión. La comprensión es la visión profunda que nos libera de nuestras penas, nuestro miedo, nuestra ira. Sabemos que todos tenemos dentro la semilla de la comprensión. Eso es la naturaleza búdica.

El noveno ejercicio de la respiración en plena conciencia es ser consciente, reconocer. Reconocer la formación mental que está manifestándose en la mente, si es positiva o negativa. Cuando se manifiesta la formación llamada ira, hemos de reconocerla. Y el poder, el agente, la energía necesaria para reconocerla es la plena conciencia, plena conciencia de la formación mental. Inspirando, sé que la ira está llegando. Espirando, sé que la ira está aún ahí. Inspirando, sé que la ira está pasando. Esa es la plena conciencia de las formaciones mentales. Inspirando, sé que la alegría está surgiendo. Espirando, sé que la alegría aún está ahí. Espiro y sé que la alegría se está yendo. Eso es reconocer las formaciones mentales, tanto sean ira, o alegría, o desesperación, o celos. Hemos de aprender cómo reconocer las formaciones mentales que están ahí. Eso es meditación. Reconocer lo que está ahí. Primero en nuestro cuerpo, luego en nuestras sensaciones, y en nuestra mente. Reconocemos todas las formaciones mentales, todo tipo de formaciones mentales.

El décimo ejercicio es alegrar la mente. Hay maneras de aportar alegría, de darnos ánimo a nosotros mismos. El undécimo es concentrarse. Esto es, antes de todo, concentrarse en la formación mental que está ahí. La formación mental que está ahí, tanto si es alegría, o felicidad, o pena, o miedo, se convierte en objeto de nuestra concentración. Sea lo que sea, tanto si es positivo o negativo, ese es el objeto de tu concentración. Eso puede igualmente traerte visión profunda y liberación. Puede que quieras meditar sobre la alegría, sobre la esperanza, la bondad amorosa. O puede que quieras meditar sobre la pena, sobre el miedo, sobre la desesperación. Todas ellas son objeto de tu meditación. Cualquiera que sea el objeto de meditación que elijas, puede traerte visión profunda y liberación. Si hay visión profunda, eso es liberación.

Supón que sufres una depresión. La depresión puede ser objeto de tu meditación. Puede que no sea grato verla, queremos olvidar la depresión. Pero tu depresión es una realidad. Puede que quieras mirar profundamente, de cerca, tu depresión. Puede que quieras comprender la naturaleza, la raíz de la depresión. Puede que quieras ocuparte de tu depresión, que no quieras huir de tu depresión como solías hacer. Si tienes algo del poder de la plena conciencia y de la concentración, no tendrás miedo de tu depresión. Dices: «Querida depresión, sé que estás ahí. Voy a ocuparme de ti, voy a ayudarte, a cuidarte». Con plena conciencia y concentración la reconoces, no huyes de ella. Y después de haberla reconocido y aceptado empiezas a mirar profundamente en ella, a ver cómo se ha producido. Eso sigue el principio de las cuatro nobles verdades. Primero reconoces la verdad del malestar. Porque la depresión es malestar. La primera noble verdad es el malestar.

Después de reconocer y aceptar el malestar que está ahí, das el segundo paso. Miras profundamente para ver cómo se ha creado ese malestar. Buscas las raíces, buscas la causa. La depresión no puede venir porque sí. Debe tener causas. Hemos debido de permitir que venga, hemos podido consumir de tal manera, hemos debido vivir de tal manera que la depresión ha podido crearse. Buscamos la segunda noble verdad, no como teoría, sino en realidad.

En la tradición budista hablamos de los cuatro tipos de nutrientes, los cuatro tipos de alimentos que pueden traer bienestar o malestar. La felicidad y el sufrimiento pueden ser comprendidos en términos de alimento, en términos de nutrientes, porque todos los días consumimos. El primer tipo de nutriente es el alimento comestible, lo que ponemos en nuestra boca, masticamos y tragamos o bebemos. Si es un alimento bueno, un alimento saludable, no hay problema, habrá bienestar. Si es inapropiado, sufriremos una enfermedad. Ese es el primero de los cuatro nutrientes. Así que antes de comer, deberíamos mirar la mesa o los platos, e inspirar y espirar para ver si ese tipo de comestible es bueno para nosotros o no. Tenemos el valor de retirar el plato que pensamos que no es bueno para nuestra salud. Comer en plena conciencia.

Y eso puede empezar en la compra, cuando compras la comida. Ya tienes una idea: compra consciente. Cuando vas al mercado sabes qué comprar y qué no comprar. Y cuando cocinas tienes otra oportunidad para practicar la plena conciencia. Desechas la comida para que no aporte malestar ni a ti ni a los miembros de tu familia. Debes elegir comida saludable.

La tercera oportunidad es al sentarse a la mesa. Inspiras y espiras, y reconoces qué comida es sana y cuál no lo es. En las cinco contemplaciones que practicamos antes de comer hay una contemplación sobre la compasión: comamos de tal manera que podamos reducir el sufrimiento de los seres vivos y preservar nuestro planeta. Ya al comer podemos preservar nuestro planeta si sabemos comer de forma adecuada. Comer de tal manera que nos ayude a cultivar la compasión. Sin compasión no podemos ser personas felices. No podemos darla a otros seres vivos.

En cuanto a los alimentos comestibles, Buda emplea la historia de una joven pareja que quería cruzar la frontera para refugiarse en otro país. Llevaron a su pequeño hijo con ellos. Tenían que cruzar un desierto. Pero no calcularon bien y, por eso, en mitad del camino en el desierto se les acabó la comida. Sabían que los tres iban a morir. Así que tras pensar y discutirlo mucho tomaron una decisión terrible: matar al niño y comer la carne del niño para que la pareja sobreviviera y cruzara el desierto. Esta es una historia real que Buda había oído a una pareja de refugiados, y él se la contó a los monjes. Así que comieron un trozo de esa carne y pusieron el resto a secar sobre el hombro, al calor del sol. Y cada día cada uno comía un trozo de la carne de su hijo. Después de haber comido un trozo de esa carne se miraban y decían: “¿Dónde está ahora nuestro querido niño?”. Se golpeaban el pecho, se arrancaban el pelo, sufrían, pero el niño había muerto. Al fin cruzaron el desierto, llegaron a otro país y tomaron asilo político. Después de contar la historia, Buda dijo a los monjes: “Queridos amigos, ¿Creéis que la pareja disfrutó comiendo la carne de su hijo?”. Los monjes dijeron que no era posible: “Querido maestro, nadie pude disfrutar comiendo la carne de su propio hijo”. Buda dijo: “Cuando comemos debemos comer de tal manera que podamos preservar la compasión en nosotros. De otra manera, estaremos comiendo la carne de nuestro propio hijo”. Eso aparece en el Sutra llamado La carne del hijo, disponible tanto en el canon pali como en el canon chino. La carne del hijo. Es horrible hacer algo así, comparable a comer la carne de tu propio hijo. Pero es algo muy cercano a nosotros. Sin plena conciencia, puede que comamos la carne de nuestros hijos e hijas. 

Sabemos por la UNESCO que cada día mueren 40.000 niños por falta de comida, malnutrición. 40.000 cada día. Y sin embargo en Occidente se tira comida. La gente no tiene cereal para comer, y nosotros usamos cereales para hacer alcohol y para alimentar al ganado. Queremos comer pollo, queremos comer cerdo, queremos comer vaca. Y para hacer una tonelada de carne empleamos centenares de kilos de cereales. Y, sin embargo, hay gente en el mundo que no tiene cereal, comida apropiada para comer. Cuando miramos profundamente en nuestro trozo de carne sabemos que está hecho de centenares de kilos de cereal que podrían haber sido empleados para salvar a gente moribunda que no tiene comida. Mirando profundamente el vaso de licor vemos que quizá sea la sangre de nuestro hijo, porque en lugar de usar ese cereal para alimentar al hambriento, lo hemos convertido en alcohol. Así que beber alcohol y comer de esa manera es muy parecido a comer la carne de nuestros hijos, que mueren cada día en el mundo. Eso es plena conciencia. Nos ayuda a ver cosas que otras personas no ven. Por eso, antes de comer hemos de mirar nuestra comida, nuestra bebida, para ver si al comerlo perjudicas la compasión, o si ayuda a desarrollar nuestra compasión. Y por eso, esta contemplación es muy útil. Comamos de tal manera, hagamos que nuestra compasión se haga viva comiendo de tal manera que podamos reducir el sufrimiento de los seres vivos, preservar nuestro planeta y revertir el proceso de calentamiento global. 

Las estadísticas y los científicos han probado que, si los países super desarrollados reducen su consumo de carne en un 50%, solo un 50%, y reducen su consumo de alcohol en un 50%, bastaría para cambiar el mundo y acabar con el hambre, y evitar que mueran 40.000 niños al día por falta de comida. El Sutra de la carne del hijo es aún relevante. Debemos comer con compasión, con conciencia plena, para no tener que comer la carne de nuestros ancestros, la carne de nuestros hijos y de sus hijos, para que podamos generar compasión en nuestro corazón, para que podamos ser felices. Gracias a la plena conciencia, entramos en relación con los demás seres, no solo humanos, sino animales y vegetales. 

Existe una cultura que puede describirse como cultura monástica. Por la forma en que comen los monásticos, la forma en que caminan en el monasterio. En el monasterio, antes de comer guardamos silencio un momento, inspiramos y espiramos y recitamos las 5 contemplaciones. Intentamos ver de dónde viene esa comida, intentamos ver que hay una forma de comer con la que podemos contribuir a reducir el sufrimiento de seres vivos, y preservar el planeta. Ese elemento de la cultura monástica se puede usar en la vida laica, en la vida de una persona laica. Muchos católicos y protestantes y musulmanes, antes de comer inclinan la cabeza y dicen una oración. Así que no es raro si antes de comer invitamos la campana a sonar, inspiramos y espiramos, y decimos las cinco contemplaciones, para estar seguros de que nuestra comida es buena comida, del buen tipo, que preservará nuestra compasión. Saber que seguimos la manera correcta de comer nos hará muy felices.

Mi próximo libro es sobre la comida. Lo he escrito con una profesora de nutrición de la universidad de Harvard. Se publicará este otoño. Su título es "Saborear". Trata de comer con plena conciencia, comer de forma que nos dé salud y compasión.

El segundo tipo de alimento son las impresiones sensoriales. Esta comida no se toma por la boca, se consume con los ojos, los oídos, la nariz, el cuerpo y la mente. Ayer hablamos del consumo de TV, de libros, películas y conversaciones. Estos objetos de consumo pueden ser saludables o tóxicos. Cuando escuchamos una charla del Dharma, sabemos que es un consumo bueno, sano. Porque cuando escuchamos la charla se riegan en nosotros las buenas semillas. No regamos las semillas de ira, miedo y desesperación. Regamos las semillas de compasión, comprensión y perdón en nosotros. Escuchar una charla del Dharma, leer un libro sobre el Dharma, es consumo bueno. Lo mismo pasa con la música. Hay músicas que tocan lo peor de nosotros, y hay músicas que nos ayudan a sentirnos compasivos, libres, ligeros. Esta mañana, los monásticos cantaron "Con plena conciencia, estamos realmente presentes aquí y ahora". Esa música es un buen consumo. Cuando vemos la TV, los anuncios son también consumo. Los anuncios pueden llegar a lo peor de nosotros, tocan la semilla del ansia en nosotros, nos hacen perder la paz y la alegría. Hay gente que solo piensa en el sexo, que comete actos de abuso sexual en parte porque es lo que consumen todos los días en exceso. Ven películas, leen libros, están expuestos a esa clase de estímulos. Debemos seguir una estrategia de consumo. 

La comunidad debería debatir sobre el consumo consciente. La familia se puede reunir y hablar sobre una estrategia de consumo consciente. Los niños, aunque sean aún jóvenes, se puede hablar con ellos y explicarles por qué no es bueno ver determinado programa de TV, oír cierta música. Se puede hablar de ello. Podemos contarles historias para que comprendan. Una educación sobre el tema del consumo consciente. El quinto entrenamiento trata del consumo consciente. Es nuestra práctica de base. El consumo consciente es la salida. Va unida a la producción consciente. Debemos producir lo que no sea tóxico, lo que no sea venenoso. No solo en alimentos comestibles, sino también como impresiones sensoriales. En el mercado hay muchos artículos venenosos. Películas, libros, videojuegos, etc. Cuando un niño acaba la escuela elemental, ya lleva vistos cien mil actos violentos en la TV. Y eso no es un buen consumo, en absoluto. 

Buda empleaba una imagen drástica para ilustrarlo. Usaba la imagen de una vaca con una enfermedad en la piel. Prácticamente no le queda nada de piel, y la atacan diversos microorganismos. Cuando la vaca se tumba, los microorganismos del suelo aparecen, se pegan a la vaca y le chupan la sangre. Cuando la vaca se acerca a un árbol o a un viejo muro, estos microorganismos salen del árbol y del muro y le chupan la sangre. Cuando llevan la vaca al río, los pequeños seres fluviales le chupan la sangre. La vaca no puede protegerse porque no le queda piel. Aquellos que no tenemos la piel de la plena conciencia para protegernos, seremos atacados por esos anuncios, asaltados por lo que oímos, lo que vemos, asaltados 24 horas al día por impresiones sensoriales. No tenemos forma de protegernos. Cuando recorres en auto la ciudad consumes, lo quieras o no. Los anuncios que quieren que veas penetran en ti. Por eso, debemos practicar la plena conciencia para protegernos. No debemos dejar que penetren en nosotros estos productos de consumo. Aunque no queramos, entran en nosotros. Si tenemos hijos, y no queremos que los asalten estos artículos venenosos, tóxicos, debemos buscar un entorno más seguro para nuestros hijos. Tu entorno tiene influencia en ti. En tus hijos también. Así que lo primero es buscar un entorno en el que estés seguro, en el que no te asalten estos elementos. Si construyes un centro de práctica como Plum Village, creas un entorno seguro para ti y para tus hijos. En Plum Village no consumimos estas cosas.

Recuerdo que una vez un niño vino a Plum Village y se quiso ir después de una hora porque no había televisión. Y creía no poder sobrevivir sin televisión. Miró el programa: meditación sentada, desayuno consciente, meditación caminando. "¿Cómo puedo sobrevivir a eso? -dijo-. Esto es un campamento militar". La hermana Chan Khong le dijo: "Bien, te llevo a la estación y te vas a casa, pero dentro de unas horas, no hay tren hasta las 7 de la tarde". En ese rato, vino un grupo de niños y lo invitaron a jugar con ellos. Y cuando la hermana vino a llevarlo a la estación, dijo: "Bueno, me puedo quedar un día más". Al final se quedó dos semanas. Y cuando le llegó el momento de volver a su casa, dijo a sus padres: "¿Por qué hay que irse?". Sobrevivió muy bien sin televisión. Había otras cosas que podían alimentarlo mejor. Deberíamos ser capaces de crear un lugar en el que nosotros y nuestros hijos nos sintamos seguros. Podemos crear una comunidad, una aldea, un ashram, donde el entorno sea sano. Porque la mayoría del entorno actual no es saludable para los niños. La escuela ya no es un buen lugar para los niños. Porque aprenden muchas cosas negativas, hay mucha violencia. Debemos transformar nuestras escuelas. La plena conciencia nos ayuda a protegernos. Si sabemos practicar la plena conciencia, no seremos como esa vaca, atacada todo el tiempo por microorganismos.

El tercer alimento es la volición. Si no tenemos deseos, queremos morir, no tenemos energía. Todo el mundo alberga deseos. No deseos superficiales, sino profundos, los deseos más profundos. Ese deseo puede ser bueno o malo. Cuando Siddhartha dejó su palacio y se hizo monje tenía un deseo: practicar, despertar para ayudar a los demás a sufrir menos. Es un deseo, pero es un buen alimento, buena comida. Porque eso le dio mucha energía para practicar, para superar dificultades y lograrlo. Pero si tu deseo es de otro tipo, como el deseo de matar, de castigar, no es bueno. Los terroristas tienen un deseo: castigar. Consideran a los que quieren castigar gente mala, que dañan el entorno, que tienen malas opiniones, y creen que castigarlos es ayudar a Dios. Si la energía que te ayuda a ser activo es el deseo de matar, de castigar, de hacer sufrir a la gente, esa no es una buena energía. Te destruye a ti y destruye a los demás. La compasión es una buena energía. Eres un trabajador social, quieres ayudar en el Tercer Mundo a los niños que mueren por falta de comida, y vas de voluntario al Tercer Mundo para ayudar y aceptas vivir de forma simple, y eres capaz de hacerlo porque tienes la fuerza de un deseo, un buen deseo.

Cada uno debe observar para encontrar su más profundo deseo. Para ver si es saludable o no. Porque eso es lo que nutre nuestra vida. El deseo de luchar contra la contaminación y preservar el planeta es un buen deseo. El deseo de satisfacer nuestra ansia, ganar todo el dinero posible, disfrutar del máximo poder, de todo el sexo posible, puede ser un mal deseo. Para estos alimentos, Buda empleó la imagen de dos hombres muy fuertes arrastrando a otro hombre para arrojarlo a un foso de ascuas ardientes y esa persona morirá. Ese joven no quiere morir, quiere vivir, pero ha sido secuestrado por dos hombres muy fuertes que lo llevan para tirarlo en una hoguera ardiente. Los dos hombres que te arrastran, que quieren que mueras, son la volición negativa. El ansia de sexo, de fama, de venganza, etcétera, todas entran en la categoría de mala volición. Si albergas esos deseos te arrastran, te llevan en dirección a la muerte. Cada cual debe observar e identificar su más hondo deseo para saber si es sano o no.

El cuarto tipo de alimento es la conciencia. La conciencia aquí es la conciencia colectiva. Recibes influencia de la forma de pensar, de las opiniones de los demás, de muchas formas. La conciencia individual se compone de la conciencia colectiva, y la conciencia colectiva está hecha de conciencias individuales. Es nuestra conciencia la que define el mundo. Si vivimos en un entorno en el que los que nos rodean son gente enfadada, gente violenta, cruel, antes o después nos llenaremos de enfado y crueldad, como ellos, aunque no queramos, por influencia de la conciencia colectiva. Sobre todo nuestros hijos. Cuando los llevamos a un ambiente, nuestros hijos serán influenciados por ese ambiente. Ese es el cuarto tipo de alimento, el consumo de conciencia. Por eso, debemos elegir un entorno en el que la gente sea pacífica, más compasiva y abierta. Si vives con gente así, te haces más abierto, más pacífico. Esto es muy importante. Aunque no tengas un gran salario y tengas que vivir en una casa más pequeña, estás más seguro porque la gente que te rodea es más amable, más abierta. Nuestros hijos y nosotros nos beneficiaremos de ello. Ese es el cuarto tipo de alimento, llamado conciencia.

Hablaba de la depresión como objeto de nuestra concentración. Buda dijo: "Lo que se manifiesta en concreto, tu malestar, tu depresión, lo que se ha manifestado, si sabes mirar con hondura en su naturaleza e identificar las fuentes de alimento que han hecho que aparezca en ti, ya estás en el principio de la transformación y sanación". Lo que se ha manifestado, se refiere al malestar, el sufrimiento existente, como tu depresión. Lo que se ha manifestado, es decir, tu malestar, tu sufrimiento, tu depresión. Si sabes mirarlo profundamente e identificar las fuentes de alimento que te lo han generado… El malestar lo crean los cuatro tipos de alimentos, uno, o dos, o tres, o los cuatro. Todo tipo de malestar se ha generado en ti gracias a los cuatro tipos de alimento. Contemplar la naturaleza del malestar buscando su alimento es un buen método. Así que el camino que lleva al malestar puede considerarse como el camino del consumo. Si no practicas un consumo consciente, sigues el camino que lleva al malestar. Pero si sigues el camino del consumo consciente, estás en el camino que lleva al bienestar. En el budismo, el malestar y el bienestar pueden ser examinados en términos de alimento, en términos de nutrientes. Por eso, podemos decir que el quinto entrenamiento es la salida, no solo para nosotros como individuos, sino para todo el planeta. Si todo el mundo practica un consumo consciente, el mundo saldrá de esta difícil situación de guerra, conflictos y desesperación. Y podremos salvar nuestro planeta. Por eso, el quinto entrenamiento de la plena conciencia es tan importante. Cuando revisen el quinto entrenamiento deben tener en cuenta la enseñanza sobre los cuatro alimentos y la práctica del consumo consciente.

Ayer empezamos a hablar sobre los tres tipos de concentraciones presentes en todas las tradiciones budistas. Son: el vacío, la ausencia de signo y la ausencia de propósito. Sunyata, animitta y apranihita. Estas enseñanzas pueden ser muy profundas. Podemos ponerlas en práctica, porque son tres puertas de liberación. Primero, la concentración sobre el vacío. No debemos actuar como filósofos, buscando solo el significado del vacío. Porque el vacío no es una filosofía. El vacío es un instrumento. El vacío es una forma de mirarte a ti mismo, una forma de mirar el mundo. Ante todo, el vacío no es inexistencia. No es "no ser". El vacío es la naturaleza de todo, incluyéndonos a nosotros y a todo lo que nos rodea. Yo estoy vacío, el loto está vacío, el vaso está vacío. Pero no significa que yo no esté presente, que el loto no esté presente, que el vaso no esté presente. El vacío no significa no existencia. El vacío significa otra cosa. Observemos este vaso. Estamos de acuerdo en que está vacío. Pero el vaso está ahí, ¿verdad? Así que el vacío no significa no existencia. Lo que puede ayudarnos es hacer esta pregunta: ¿Vacío de qué? Queremos saber de qué está vacío. 

El bodhisattva Avalokita, moviéndose en el curso de la comprensión profunda, descubrió que todo está vacío. Y se lo dijo a Shariputra. Le preguntamos: Querido bodhisattva Avalokita, dices que todo, los cinco skandhas, están vacíos. Por favor, dinos, ¿vacíos de qué? Es una pregunta inteligente, porque este vaso está vacío de té, no hay té. Pero no está vacío de aire, está lleno de aire. ¿Verdad? Así que vacío es siempre vacío de algo. Al instante, dejas la especulación filosófica, tocas la verdad, la verdad del vaso. Para estar lleno o vacío, el vaso debe estar ahí. Vacío no es "inexistente". 

En mi tradición, su tradición, antes de inclinarnos ante Buda, hemos de practicar esta concentración del vacío. Llegas al altar de Buda y miras a Buda y te inclinas. Pero en nuestra tradición, antes de inclinarte ante Buda debes practicar la mirada en la naturaleza del vacío en ti y en Buda antes de inclinarte. En otro caso, la inclinación no tendrá un efecto positivo. Este no es un acto de devoción. "Me inclino ante Buda". Parece un acto de devoción, pero, de hecho, es un acto de meditación. Porque miro con hondura para ver la naturaleza de vacío en mí y en Buda. Cuando tenía tan solo 16 años, me dijeron que practicara así, era duro. Y tuve que memorizar la práctica. Hay un gatha que debes aprender de memoria. Antes de inclinarte, tienes que recitarlo y practicar primero eso. Quien se inclina, soy yo, quien se inclina, y ante quien se inclina, ese es Buda, la naturaleza de ambos está vacía. Significa: "Querido Buda, yo estoy vacío y tú también estás vacío". Por eso, la comunicación será perfecta. Si yo soy solo yo y tú eres solo tú, no hay comunicación posible. La comunicación es posible porque yo estoy vacío y tú estás vacío. Significa que tú estás en mí y yo estoy en ti. Vacío de una existencia separada, de un ser separado. La comunicación no será posible hasta que veas la verdad de la naturaleza del vacío. 

Mira estas flores de loto. Parece que la flor está llena de todo. Ves el barro, hay barro en ella. Hay agua, una nube, la nube que trajo lluvia, la luz del sol, todo el cosmos, incluida nuestra conciencia, está ahí, en la flor de loto. Cuando confluyen muchas condiciones de forma suficiente, el loto se manifiesta. Aquí el loto no puede manifestarse en febrero. Hace demasiado frío para que se manifieste el loto. Así que el loto debe esperar hasta junio o julio para manifestarse. Así que el calor tardío de la primavera, del verano, es una de las condiciones para que se manifieste la flor del loto. El loto necesita el barro, la nube, y muchas otras cosas, el sol… Imagina que sacamos el barro de aquí y lo devolvemos al estanque. Imagina que extraemos la nube y la devolvemos al cielo. El loto ya no podría estar ahí. Porque el loto solo se compone de elementos no loto. El loto está hecho solo de elementos no loto. Un loto no puede existir de forma aislada. Un loto debe interser con elementos no loto. La verdad es que el loto está lleno de todo el cosmos.

Preguntamos al bodhisattva: Señor bodhisattva, cuando miro la flor del loto, veo que el loto está lleno de todo, todo el cosmos está en el loto. ¿Por qué dice que está vacío? ¿Vacío de qué? La respuesta vendrá con facilidad. Está lleno de todo, pero está vacío de una única cosa: una existencia separada, un yo separado. El loto no tiene un ser separado, está hecho solo de elementos no yo, no loto. La naturaleza del loto es el vacío. El loto es, pero está vacío de un ser separado. Cuando nos miramos, vemos que estamos hechos de elementos no nosotros. Estamos hechos de un padre, una madre, unos ancestros, comida, educación, cultura, etc. Si eliminamos todo eso, no queda nada de nosotros. Estamos llenos de todo como el loto, pero estamos vacíos de una entidad separada. 

Cuando te inclinas ante Buda, debes ver que estás vacío y Buda está vacío. Buda también se compone de elementos no Buda. Como izquierda y derecha, la izquierda está hecha de la derecha, la derecha está hecha de la izquierda. Arriba y abajo, alto y bajo. Todo inter-es con todo lo demás. Por eso, podemos tocar la naturaleza del vacío en la flor del loto. Podemos tocar la naturaleza del vacío en nosotros, en Buda, en todo. Si somos capaces de tocar la naturaleza de vacío en nosotros y en el mundo, todas las aflicciones, como el miedo, la ira, la desesperación, desaparecerán. Por eso el vacío es una puerta de liberación. No la filosofía del vacío, sino tu profunda visión del vacío. Es una de las tres concentraciones que reconocen todas las tradiciones budistas, el vacío. Creo que la escuela theravada no ha explorado completamente esa práctica. Existe en la escuela theravada la enseñanza de las tres puertas de liberación. Y en la tradición mahayana, la ingente literatura de prajnaparamita ha explorado de forma amplia esta enseñanza. Sobre todo, en el Sutra avatamsaka la enseñanza del surgimiento codependiente se ha llevado al máximo y podemos tocar la naturaleza del vacío. La enseñanza del vacío es muy profunda, maravillosa. Y no significa que no existamos. Existes, existes de verdad, pero estás vacío de una entidad separada. Tienes en ti a tu padre, tu padre te tiene en sí. Cuando lo ves, la comunicación es más fácil. Por eso, al inclinarte ante Buda, no realices un mero acto de devoción. Aporta mérito, sí, pero ese mérito es muy pequeño, como un cacahuete. Con la práctica de la concentración en el vacío, el resultado de tu inclinación es muy grande. Es un acto de meditación, no de devoción.

La ausencia de signo nos habla de la percepción. Como hay la apariencia de un signo, reconoces algo como existente. Sin un signo, podrías considerarlo como no existente, como una nube. Ves una nube y crees que la nube existe. Pero a veces la nube no es visible. Está ahí, pero no puedes verla. No tiene signo, no tiene apariencia. Como en la sala del Dharma. Sabemos que en la sala del Dharma hay vapor de agua. El vapor de agua lo produce el calor, el agua del océano, etcétera, pero no puedes ver el vapor de agua. Está ahí, lo estás respirando, pero cuando el vapor de agua encuentra una masa de agua fría, de repente se hace visible. Microgotas de agua, muy pequeñas, pero empiezas a verlas, en forma de nube. Es la niebla. A veces lo ves, y lo consideras existente. A veces no lo ves y dices que no existe. Te equivocas. Es como esta sala, que está llena de señales de radio y televisión. Los programas de radio y televisión se emiten, están en el aire, pero necesitas un transistor o un aparato de televisión para capturar las señales y traducirlas. Aquí no hay aparatos de radio o televisión, y puedes pensar que no hay programas de televisión, pero sabemos esta sala está llena de señales de televisión y radio. No puedes decir que no existan. 

Por tanto, no debemos fiarnos demasiado de nuestras percepciones. Cuando la nube ya no está en el cielo, crees que tu nube ha pasado de ser a no ser. Pero eso no es verdad. Una nube siempre está activa. Hay colisiones de numerosas gotas de agua, de cristales de hielo en la nube. Y cuando chocan se hacen mayores, cristales o gotas mayores y entonces caen. A medio camino, se encuentran con una masa de aire caliente y vuelven a ser vapor. Y ascienden de nuevo y se convierten en pequeños cristales de hielo o agua de nuevo. Es muy activo, ocurre constantemente. Cuando miramos una nube, la consideramos inactiva, pero la transformación se produce a cada instante. Así que el mismo tipo de agua a veces es visible y a veces es invisible, a veces puede ser muy ligera, otras veces muy dura. Porque ese vapor de agua a veces puede ser un bloque de hielo. A veces está muy frío, otras veces muy caliente. 

Si confías en el signo, tienes percepciones erróneas. Por eso, la ausencia de signo es una muy profunda práctica de meditación. No deberías confiar en tus percepciones, porque pueden ser erróneas. Si acabas de perder a alguien cercano, no creas que ya no está ahí. Sigue ahí. Deberías poder reconocerle bajo diferentes formas, quizá muy cercanas. Trascender lo aparente, trascender el signo, es una práctica muy profunda. Se llama "no signo". En el Sutra del diamante, se dice que allá donde hay un signo, hay una ilusión. No deberías fiarte de los signos, debes practicar la mirada profunda para penetrar en el signo y ver la verdadera naturaleza. El dolor, la pena, la desesperación, el miedo, la ira, todas estas aflicciones se pueden trascender por la práctica de la ausencia de signo. Esta enseñanza es muy profunda. 

No propósito. Apranihita hace referencia a que pones algo ante ti y lo persigues, tienes un objetivo, un propósito. Quieres alcanzar algo, quieres llegar a ser alguien. Pero no sabes que todo está ya ahí, que ya eres lo que quieres ser. El Reino de Dios, la Tierra Pura de Buda, ya están ahí. La felicidad está disponible, es posible ahí mismo. Apranihita te ayuda a dejar de perseguir el objeto de tu deseo, de tu avidez. Sientes que estás incompleto, necesitas algo más, por eso sigues buscando, persiguiendo. Apranihita te dice que todo está ya ahí, que ya eres un ser maravilloso. No debes buscar el Reino de Dios, porque eres el Reino de Dios. Perteneces al Reino. No debes buscar a Buda, porque tú eres Buda. Perteneces a la Tierra de Buda. Lo que quieres llegar a ser, ya lo eres. No tendrás paz hasta que no alcances el fruto del no objetivo. Ya no sigues intentándolo, te sientes completo. La verdadera realización solo se obtiene por la ausencia de propósito. La plenitud, la realización, solo es posible cuando dejas de correr. Sabes que eres una maravilla. Perteneces al Reino. Tienes la naturaleza de un buda. No te falta nada. Contienes la totalidad del cosmos. Si quieres comprender el cosmos, no necesitas viajar. Mira tu cuerpo y podrás comprender. 

Hay un sutra llamado Rohitassa. Rohitassa es un dios. Vino a ver a Buda y le preguntó si era posible salir de este mundo lleno de miseria, lleno de impermanencia y malestar. "Señor Buda, ¿podemos viajar para salir de este mundo si somos capaces de viajar más veloces que la luz?". Buda lo miró y le dijo: "Querido Rohitassa, es imposible salir de este mundo viajando. Aunque viajes a la velocidad de la luz, no podrás salir de este mundo". Y Rohitassa contestó: "Oh, señor Buda, lo admiro muchísimo. Recuerdo que en una vida anterior fue eso lo que hice. Empleé mi tiempo en viajar, quería salir de este mundo. Y era capaz de viajar a la velocidad de la luz. No comía, no bebía, solo quería escapar. Y finalmente morí sin poder llegar a algún lugar. Me has dicho la verdad, señor Buda". Buda dijo: "Y sin embargo es posible salir de este mundo de miseria y malestar observando profundamente tu propio cuerpo. Hay una práctica llamada contemplación del cuerpo en el cuerpo. Tan solo mira en tu cuerpo. Si obtienes la visión, la comprensión, saldrás de este mundo de miseria y malestar". 

Creo que también es un buen mensaje para los científicos. Los científicos quieren viajar muy lejos. Quieren inventar un aparato que los ayude a ir rápido o enviar instrumentos que vayan a explorar algo muy lejano. Pero según esta enseñanza, no tienes que ir a ningún lugar. Todo el cosmos está en ti. Si regresas a ti y miras con hondura, si te comprendes a ti, comprendes todo el cosmos, porque contienes todo tipo de información. Toda la información está disponible ahí. Obtienes esa información de tu cuerpo. 

El no objetivo es la tercera puerta de liberación. Gracias a ella, obtenemos paz. No queremos correr más. Sentimos la realización. Para mí, la enseñanza de las tres puertas de liberación es la esencia de las enseñanzas budistas. Es muy profunda. Debemos seguir aprendiendo sobre ella, y debemos aprender a aplicar las tres puertas de la liberación en toda circunstancia de nuestra vida diaria.